Todos los paleoclimatólogos coinciden en que hace unos trece mil años, tras el breve calentamiento del Bölling-Allerod, el hemisferio Norte volvió a sufrir una nueva glaciación que se denomina Dryas reciente (Younger Dryas). Las temperaturas de invierno en Europa durante el Younger Dryas volvieron a ser muy bajas y de nuevo llegó el hambre y el frío: ni plantas, ni caza, ni leña.
Este breve periodo glacial, del que se desconoce las causas que lo desencadenaron, terminó abruptamente hacia el once mil setecientos antes del presente. Fue cuando comenzaron a aumentar las temperaturas, lo que no ha cesado hasta el día de hoy. Comenzó el periodo interglaciar en el que ahora vivimos: el Holoceno.
En plena glaciación del Dryas reciente nuestros antepasados comenzaron a construir gigantescos monumentos en piedra: los megalitos. ¿Qué provocó que unos cazadores, recolectores y ganaderos dejaran de pintar cuevas y de elaborar figuritas de diosas obesas y se dedicaran a erigir colosales monumentos? ¿Religión, astronomía, magia, punto de encuentro? Es un misterio más. Y además comenzaron pronto y a lo grande: doce mil años antes del presente y con el gran recinto de Gobekli Tepe, que es la primera evidencia de una construcción a gran escala. Este complejo está en Urfa, en el sudeste de Turquía, una región muy próxima a las fuentes del rio Éufrates y a lo que denominamos el Creciente Fértil. Y que precede en más de siete mil años a Stonehenge o a las pirámides de Egipto.
Hace doce mil años, en plena glaciación del Dryas reciente unos cazadores recolectores que no conocían ni el metal ni la cerámica comenzaron la construcción de este enorme recinto megalítico. Sus dimensiones abarcan aproximadamente 300 metros de largo por otros tantos de ancho. Tiene una estructura compleja formada por círculos y grandes pilares de piedra, los más altos tienen más de tres metros de altura y varias toneladas de peso. Intercaladas hay columnas en T, talladas con figuras de gran calidad que representan cocodrilos, jabalíes, zorros, lobos, serpientes, arañas, escorpiones, asnos, leones, reses, personas y una gran cantidad de buitres. Se alternan zonas de culto con numerosas habitaciones. Los estudios arqueológicos no han podido demostrar que se utilizaran de viviendas, aunque una construcción de tal magnitud debió de ocupar a mucha gente durante mucho tiempo.
Y de pronto, hace unos diez mil años toda la construcción completa fue deliberadamente enterrada. En ello pusieron tanto empeño y trabajo como en su construcción. Antes de su descubrimiento arqueológico era una mera colina de tierra (un tepe) en mitad del campo. Gracias a este voluntario enterramiento ha llegado hasta hoy en excelentes condiciones de conservación.
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